Excavaciones
En el entorno inmediato las actuaciones tuvieron una mayor envergadura. En los terrenos de la antigua azucarera se realizó la excavación de una importante necrópolis tardorromana y un depósito de armas de los siglos anteriores al cambio de era. La excavación de estos dos elementos confirmaba, por un lado, la pervivencia de una importante población romana en época tardía y por otro la implicación del territorio de Graccurris en los conflictos tardorrepublicanos que se dieron en el valle del Ebro.
La falta de excavaciones arqueológicas en las eras de San Martín supuso que hasta 1979 el conocimiento sobre el mismo, si no nulo, fuera muy escaso, tanto en cuanto a la secuencia temporal del yacimiento como a la naturaleza y distribución de las estructuras de cada una de las ocupaciones. Es decir, se adscribía Graccurris a un yacimiento arqueológico casi completamente desconocido.
Las investigaciones de J. A. Hernández Vera relacionadas con Graccurris comenzaron años antes de iniciar las excavaciones arqueológicas en las eras de San Martín, unidas a la realización de su tesis sobre las ruinas de Inestrillas, en Aguilar de Río Alhama, donde se localiza Contrebia Leucade. Ambos yacimientos se encuentran muy relacionados ya desde los primeros momentos de la conquista romana, relación que se mantuvo en las ocupaciones posteriores, lo que motivó el desarrollo de un proyecto de investigación conjunto para los dos, centrado fundamentalmente en el desarrollo de la conquista romana en el valle medio del Ebro.
Las excavaciones de J. A. Hernández Vera comenzaron en 1979 y se centraron fundamentalmente en el denominado sector C , una amplia zona llana en el centró del yacimiento donde se localizaron abundantes estructuras de época romana, fundamentalmente pertenecientes a los siglos I y II d.C., aunque también escasas evidencias de la ocupación de la primera Edad del Hierro, de época romano republicana y todavía más escasas de una posterior ocupación altomedieval. La insuficiencia de los restos de estas etapas se debe, en el caso de las más antiguas, a la propia construcción de la ciudad romana altoimperial, que supuso importantes nivelaciones y remociones de tierra, y, en el de los restos altomedievales, a una desafortunada nivelación para construir unas eras, ya en la segunda mitad del siglo XX, para las que se escogió el lugar con el patrimonio arqueológico de mayor importancia de todo el término municipal de Alfaro.
No obstante, también se realizaron intervenciones en otras zonas del yacimiento. En su extremo oriental, en el. sector E, la excavación de una escombrera histórica que fue ganando terreno al barranco que limita el yacimiento por este lado, aportó cerámicas, entre ellas cerámicas romanas de barniz negro, que confirman la presencia romana en el primer cuarto del siglo II a. C. y una ocupación previa celtibérica.
En el extremo opuesto del yacimiento, sector B, las intervenciones se centraron fundamentalmente en la primera ocupación del yacimiento, un poblado de la Edad del Hierro, aunque también en algunas estructuras de época romana visibles junto al camino que separa los sectores B y C. Es en este sector donde se inició en 1993 la excavación actual.
La intensificación de las intervenciones en el yacimiento no supuso el abandono de la investigación del entorno. Más bien al contrario, se pasa de las intervenciones más o menos urgentes a un estudio sistemático del territorio. En este contexto pueden incluirse las intervenciones realizadas por J. A. Hernández Vera en el conjunto monumental del Burgo, por J. M. Martínez Torrecilla en el conjunto monumental del Sotillo, el estudio de la Centuriación de Graccurris realizado por E. Ariño y las investigaciones sobre las vías en el entorno de Graccurris.
En 1993, motivada por la nivelación de una parcela dentro del yacimiento, concretamente en el cerro más occidental (foto 1), se inició una campaña de sondeos que permitieron valorar el impacto de las obras realizadas y evaluar con precisión el potencial arqueológico de la parcela afectada.
Los resultados, pese al conocimiento ya previo de la existencia de restos, fueron sorprendentes, tanto por la amplia diacronía documentada como por la monumentalidad y la buena conservación que presentaban. Esto impulsó la continuidad de los trabajos sobre esta parcela, completando la evaluación de la misma entre finales de 1993 y el inicio de 1994. A partir de ahí y hasta 1999, nuestros trabajos se centraron preferentemente en dos zonas dentro de la parcela y fundamentalmente en una amplia horquilla cronológica entre el siglo I d.C. a los inicios del siglo IX d. C.
La investigación de la etapa romana se centró en la monumentalización de la vaguada que discurre entre los dos cerros sobre los que se asienta la ciudad. La correspondiente a la época altomedieval se centró en la reocupación del espacio y de las estructuras romanas conservadas para el asentamiento de un poblado que, por lo documentado en otras zonas del yacimiento, llegó a ocupar una extensión similar a la ciudad romana, hasta su completo abandono, posiblemente a principios del siglo IX. Los resultados más importantes relacionados con ambos periodos se tratarán más adelante.
Evidentemente entre uno y otro asentamiento ha podido observarse la existencia de un poblamiento tardorromano, que aunque ofrece restos más dispersos, que parecen responder a una ocupación de menor intensidad y extensión, no pueden considerarse residuales, más si tenemos en cuenta la importancia de la Necrópolis de la Azucarera, situada en el entorno inmediato
Al finalizar la campaña de 1999 quedó concluida la excavación del área definida en 1994. En este momento se había delimitado el extremo norte de un gran edificio de época romana, con sus elementos principales y su articulación con la trama urbana hacia el Oeste. También se documentó una importante ocupación altomedieval, en algunos casos reocupando partes del edificio romano y en otros de nueva construcción reutilizando sus materiales.
Sin embargo, subsistían importantes dudas en ambos periodos. Del edificio romano desconocíamos sus dimensiones, tanto las totales como la de alguno de sus elementos más significativos, su funcionalidad y su integración en la trama urbana tanto por el Este como por el Sur. Del poblamiento medieval nuestro conocimiento era aún más escaso. Se habían definido algunas habitaciones aisladas, pero no conocíamos su distribución dentro de las viviendas, la articulación de los espacios de habitación y circulación y la secuencia cronológica entre los diferentes espacios.
Por ello se consideró necesario dar continuidad a la investigación arqueológica de la zona, iniciando la excavación de un área adyacente al Sur de la anterior, con una extensión que prácticamente doblaba a la anterior.
Pese a tratarse de continuar la investigación iniciada el año 1993, se trataba del momento propicio para articular un nuevo proyecto en torno a Graccurris.
Por un lado, se trató de utilizar en el registro y gestión de la excavación nuevos instrumentos. Para el registro cartográfico se inició una colaboración con el Laboratorio de Documentación Geométrica del Patrimonio de la Universidad del País Vasco.
A partir de este momento las planimetrías se realizaron en lo fundamental por topografía clásica, enlazadas con la red geodésica y en formato digital. Frente al dibujo clásico se obtuvo mayor precisión, integración con la cartografía general y mucha mayor versatilidad para las representaciones y para la gestión de la información.
Para la gestión de la información se optó por la utilización de un Sistema de Información Geográfica (SIG), básicamente un programa informático que permite vincular datos alfanuméricos con cartográficos y actuar sobre unos y otros conjuntamente. En el SIG se integran las bases de datos generadas en la excavación (fichas estratigráficas, inventarios y otros registros), las planimetrías generadas durante la excavación y cualquier otro tipo de información cartográfica disponible (planos antiguos, catastrales, etc.) que pueda georreferenciarse.
La utilización de estos nuevos instrumentos, que está suponiendo un arduo trabajo para remodelar todo el registro de años anteriores, no es un simple esnobismo gratuito, sino que resulta imprescindible para los objetivos fundamentales que nos planteamos en el año 2000: En primer lugar, generar un registro lo más objetivo y preciso posible, que pudiera ser manejado, entendido y revisado por otros investigadores. Esto sólo era posible si se utilizan los mejores medios de que podemos disponer en cada momento.
En segundo lugar, entendíamos que la investigación arqueológica sobre la ciudad romana o sobre el poblado medieval no podía desligarse de un estudio arqueológico del territorio vinculado a dichos asentamientos. Necesitábamos una herramienta que nos permitiese vincular espacios con dimensiones tan diferentes y datos de diversa procedencia y naturaleza. Los Sistemas de Información Geográfica eran lo adecuado.
El tercer objetivo era difundir los resultados de nuestras investigaciones, no sólo para la comunidad científica sino para toda la sociedad, devolviendo de este modo al menos parte del esfuerzo que está sociedad realiza para financiar nuestras investigaciones. Necesitábamos que nuestro registro fuera versátil y fácilmente accesible.
Las partidas que recoge el convenio entre el Ayuntamiento de Alfaro y el Gobierno de La Rioja para financiar los trabajos arqueológicos de 2011 se orientan hacia tres objetivos fundamentales:
Dar continuidad a los trabajos de campo centrados en el periodo tardorromano, profundizar en el estudio de ciertos aspectos de la ocupación altomedieval y avanzar en los aspectos relacionados con la difusión de las investigaciones sobre el yacimiento y su entorno.
Los trabajos de campo se han centrado en los rellenos que fueron colmatando en época tardía la piscina del edificio altoimperial. Estos rellenos responden a dos tipos de procesos formativos. Por una parte, la ruina del edificio altoimperial, de las terrazas y muros de contención de su entorno provocó el arrastre de materiales y rellenos constructivos hacia el interior de la piscina. Este tipo de rellenos se concentran fundamentalmente en el extremo meridional de la zona de excavación.
Por otro lado, en el extremo opuesto, en la zona más cercana al pórtico, los rellenos presentan una naturaleza diferente. Fundamentalmente se trata de estratos de tipo ceniciento, con gran abundancia de carboncillos y con partes fuertemente rubificadas correspondientes a un basurero con desechos domésticos, como nos muestra la abundancia de vajilla cerámica, junto con otros desechos de tipo artesanal, evidenciados por restos de escorias metálicas, cerámicas y de vidrio.
Los materiales cerámicos que se asocian a estos contextos son ollas de cocina y vajilla de mesa, fundamentalmente sigillatas hispánicas tardías, con presencia más esporádica de material de almacén y constructivo.
Los estudios sobre la ocupación altomedieval siguen manteniendo como línea prioritaria el estudio de las producciones cerámicas, pero también se ha iniciado el trabajo sobre la fauna de algunos contextos de este periodo.
El tercer objetivo era difundir los resultados de nuestras investigaciones, no sólo para la comunidad científica sino para toda la sociedad, devolviendo de este modo al menos parte del esfuerzo que está sociedad realiza para financiar nuestras investigaciones.
Con este fin se ha creado graccurris.org, ya que consideramos que internet es en este momento el medio de difusión más universal y accesible. Pero no ha sido la única actuación en este sentido. También se ha iniciado la restauración de materiales cerámicos altomedievales, de forma que puedan conservarse y al mismo tiempo hacerlos más entendibles para el público no experto. También se incluyen intervenciones puntuales para mejorar la accesibilidad al yacimiento, tanto físicamente, con unas escaleras de acceso a la zona restaurada, como virtualmente, accediendo a la información con códigos QR.
Realmente todos los trabajos realizados, de alguna manera, responden a los tres objetivos al mismo tiempo: documentar, conocer y transmitir.